La Federación Internacional de Periodistas (FIP) se ha negado de forma expresa a ser incluida como firmante de la llamada Declaración de Madrid, documento final del Encuentro de Medios Europeos convocado por el Gobierno español. A este encuentro habían sido convocados todas las agrupaciones empresariales más la FAPE y se había pretendido simular la presencia de los sindicatos con una invitación a la FIP para expresarse sobre los derechos de autoría. Sin embargo, quedaba fuera del gran lema del encuentro –«Los nuevos desafíos»– mientras el protagonismo se reservaba al discurso de los patronos de los grandes medios.
Todo el desarrollo del encuentro fue un despliegue del ya conocido discurso neoliberal de las asociaciones patronales. Todos los mensajes iban destinados a disfrazar las razones de la crisis del sector añadiendo además un reclamo de políticas de desregulación y su ya gastado compromiso de «promover altos estándares éticos en la autorregulación de la publicidad», así como el supuesto de respeto de los derechos de autoría de los periodistas que vulneran de forma sistemática.
Las intervenciones de María Penedo y de Fernando González Urbaneja, de la Asociacion de la Prensa de Madrid (APM) y de Pamela Morinière, de la FIP, pusieron en evidencia la falacia de esa mencionada autorregulación, así como el reclamo de que se respeten efectivamente los derechos de los periodistas.
Asimismo, desde la platea, Paco Audije (CCOO y consejero de la FIP) y Manuel Mediavilla (FeSP) pusieron en evidencia el doble lenguaje de las empresas, que «hablan de calidad, responsabilidad y autorregulación mientras liquidan a los profesionales con experiencia que aportan esa calidad y hacen tabla rasa de cualquier ética y rigor en aras del negocio y de la difusión».
En definitiva, el documento acordado no recoge más que una serie de buenas intenciones y promesas insustanciales que dejan todo como antes de la convocatoria. Sin embargo y a pesar de sus acertadas intervenciones, la FAPE terminó suscribiendo este brindis al sol; lo que no hizo la FIP de manera expresa.
Cuando se vio incluida en la lista de firmantes, sin su consentimiento, la FIP solicitó que fuera excluida de inmediato. La locutora del documento se vió obligada a hacerlo ante la concurrencia; para bochorno de la organización de este pasacalles con el cual la presidencia española de la Europa comunitaria decía que pretendía aportar soluciones a la situación del sector.