Este mes de junio el Sindicat de Periodistes de Catalunya ha cumplido seis años. Si repasamos los objetivos que en el momento de crear el Sindicato nos planteábamos, veremos que hay un gran trabajo hecho, que ya se ha ido explicando a lo largo de todas las ediciones de Fil Directe. No se trata de hacer una Editorial de autocomplacencia ni de mirarnos el ombligo. Se trata de sentirnos orgullosos del trabajo hecho y esperanzados por el que aún nos queda por hacer. Uno de los objetivos que nos marcamos al inicio ya casi lo estamos rozando. Es la Confederación Estatal de Sindicatos de Periodistas. No es que este haya de ser necesariamente su nombre definitivo, pero esta es la idea que ya planteamos en el congreso Constituyente de las Cocheras de Sants.
Ya lo decíamos en la edición anterior de Fil Directe cuando hablábamos del Congreso Constituyente del Sindicato de Periodistas de Madrid. El siguiente paso tenía que ser la confederación de sindicatos de periodistas. Al SPC y al SPM, es preciso añadir la Unión de Trabajadores de la Comunicación del País Vasco y el próximo nacimiento del Sindicato de Periodistas de Andalucía. Es suficiente para empezar, pero, de manera constante, llegan voces al Sindicato desde diferentes puntos del Estado pidiendo información, ayuda, colaboración sobre diferentes cuestiones: Mallorca, Sòria, Asturias son lugares tan lejanos como próximos; son los problemas que sufren los periodistas de estos y otros lugares del Estado español.
Sobre la mesa del ministro de Trabajo está la propuesta legislativa para regular la figura del colaborador periodístico. Es la propuesta que nació en Catalunya pero que ya está asumida por los periodistas de cualquier parte de el Estado. El ente que aglutinará los periodistas españoles tendrá un papel predominante en la negociación de un convenio marco. La extensión a nivel de Estado del convenio de El Norte de Castilla es un buen inicio para todos aquellos medios sin convenio, pero insuficiente para regular y asentar las bases mínimas para los periodistas de cualquier parte de el Estado.
El SPC, asumiendo su tarea puntera en este tema, ya ha comenzado a trabajar en propuestas de funcionamiento y de organización de la futura confederación. La confederación se habrá de ocupar de una cuestión tan importante como son los derechos de autor, cuestión que hasta ahora sólo tienen asumida los fotógrafos, pero que «los plumillas» harán bien al plantearse la necesidad de que sus derechos sean respetados. Sobre todo si la patronal ve que esta puede ser un modo de incrementar también sus ingresos.
El SPC ha aprovechado el tiempo en estos seis años. No ha llegado a todos los sitios donde hubiera querido llegar, pero probablemente si se hubiesen involucrado más compañeros en la tarea del de día a día nos habríamos quedado más cerca de nuestros objetivos. En estos momentos es bastante impensable la ausencia del Sindicato en las negociaciones sobre cuestiones que afectan a los periodistas. Esta es nuestra fuerza. Pero no podemos dormirnos, tenemos que seguir creciendo y por ello necesitamos más implicación del sector en la tarea sindical. EL SPC, en el marco de la futura confederación, necesita nuevos horizontes, sin olvidar que es preciso trabajar también en cada rincón de la profesión donde se encuentra un periodista en situación precaria o, peor aún, sin ningún tipo de situación.
Hemos cumplido seis años. Debemos cumplir más, pero para ello tenemos que ser más. Desde Fil Directe queremos hacer un llamamiento a los compañeros para que apoyen y colaboren en la tarea sindical. En las empresas, por medio de las secciones sindicales, de los comités de empresa, etc. tenemos muchos frentes abiertos. Acabar con el abuso de los becarios, unos medios públicos sin manipulaciones de los gobiernos de turno, una contratación bastante precaria en muchos medios, unos derechos de autor ignorados… son tantas las cosas para hacer, que nos hacen falta más manos.
Hace seis años había cosas que veíamos muy lejos y que ahora las tenemos al alcance de la mano. Que no nos las arrebaten es el compromiso que tenemos con nosotros mismos.
Hemos cumplido seis años y, como decían en Madrid, «¡a por la séptima!»