Decía Jean Cocteau que un vaso de vino medio vacío es también un vaso medio lleno, pero que una mentira a medias, de ninguna forma supone una media verdad. Esa es, a grandes trazos, la opinión de Dardo Gómez, secretario general de la Federación de Sindicatos de Periodistas, sobre los contenidos de la prensa actual.
Después de presentar la ponencia Medias verdades, mentiras completas. Veracidad y manipulación: la doble cara del Derecho Ciudadano a la Información y a la Comunicación, en el Congreso sobre información y derechos humanos que se inscribió dentro del Foro Compostela 2010, Gómez conversó con este periódico.
Y si, como asegura, la información es propiedad de la ciudadanía, y los medios, meros mediadores, la usurpan, en un entorno cada vez más precarizado, ¿qué sentido tienen? Seguramente hay quien lo resuelva con una frase de «el Perich», el fallecido viñetista catalán: «Decir la verdad puede hacerlo cualquier idiota, para mentir hace falta imaginación». Siempre que para encontrar imaginación, hoy en día, no se necesite de una turma de zahorís.
Medias verdades, mentiras completas. El título de la ponencia deja clara su visión sobre el asunto.
Estamos subrayando la manipulación que se da en los medios cuando, o bien se silencian los hechos por la simple selección arbitraria, o, en muchos casos, la información que se da es incompleta porque carece de veracidad. Consecuentemente, los medios ofrecen una mala información.
Los medios, y hasta los trabajadores, ¿obviamos el derecho de los ciudadanos a la información?
Creo que los periodistas no. Los periodistas somos incluso los defensores de la información. Además, nosotros poco influimos porque un término tan importante como es la libertad de prensa no nos afecta directamente a nosotros, sino al medio que eligió sus contenidos. Creo que cuándo estamos hablando de quién tiene que situarse en el respeto al derecho a la información como un derecho humano son los medios y, sobre todo, los grandes grupos mediáticos. Los periodistas somos los soldados, pero no elegimos ni el campo de batalla ni el ejército.
La prensa es hoy uno de los sectores más precarizados, y al tiempo más invisible. ¿Cómo denunciar y mudar la situación si desde nuestras páginas no podemos hacerlo y los periódicos se protegen entre ellos?
Exacto. Es una realidad, el periodista es el gran desconocido del mundo de la comunicación. Los periodistas no hablamos habitualmente de los periodistas. Los medios no hablan habitualmente de los periodistas. Y, en general, todos los medios, aunque estén en trincheras distintas, silencian lo que pasa con los periodistas.
Hoy, por ejemplo, si tomamos como referencia el porcentaje de periodistas que quedaron fuera de puestos de trabajo o que fueron minimizados sus sueldos, vemos que excede el 25% o 28% de la profesión. Si cualquier gran empresa como Iberia o Seat, echara al 28% de sus cuadros, sería una portada inmensa en cualquier medio de comunicación.
La función social del periodismo, ¿es irrecuperable?
Creo que el periodista tiene idea de su función social, lo que pasa es que en este momento los grandes medios de comunicación niegan que tengan que cubrir una función social. Últimamente, respecto a la ley del audiovisual, niegan rotundamente que ellos tengan que cumplir ninguna función social y que la función social es exclusiva de los medios públicos. Lo cual no es verdad, porque la materia con la cual trabajan los medios es la información y, como derecho humano, la información es propiedad de la ciudadanía y nosotros somos simplemente mediadores. Ese trabajo de mediador es, evidentemente, una función social y, como tal, impone el deber de que se exprese de determinada manera. Que sea veraz y que no atente contra los valores humanos, que no incite al odio ni a la discriminación.
Si, como usted dice, informan mal y manipulan, y, además, traicionaron su esencia, ¿qué razón de ser tienen hoy los medios, como actúan sobre la ciudadanía?
Hay una realidad. A pesar de las respuestas que el mundo alternativo está tratando de crear a través de las nuevas tecnologías, que están muy bien, hay que tener en cuenta que no dejan de ser una alternativa a los grandes medios, que son, por tanto, los que llegan a la mayoría de la población. Una de las grandes trabas a escala mundial para lograr una cultura de paz son los grandes medios. No propenden a la paz, sino a la violencia.
En general, la prensa bajó mucho el nivel. Usted lo achaca a las directrices de los grandes medios o de las cúpulas de poder. El periodista a escala individual, ¿no tiene una responsabilidad sobre el mensaje que da y, además, está hoy bien formado para darla?
Creo que el periodista tiene responsabilidad sobre el mensaje dado. Pero es que el periodista está cada vez más alejado de su función. Lo que hace cuarenta años era el negocio de la información, hoy se ha transformado, por los grupos multiplataforma, en el negocio de la comunicación.
Lo que se vende hoy no es información, sino que la información se ha convertido en un pretexto para vender cualquier otra cosa. Si lo que le da beneficios al periódico no es el periodista, acaba saliendo mal tanto la información como el propio trabajador.
¿Qué le parece Wikileaks?
No es la primera vez que se hace un trabajo así. En el caso Dreyfus, con Emile Zola, por ejemplo, tenemos un ejemplo muy semejante. Hubo gente que cíclicamente se preocupó por destapar las úlceras de nuestra sociedad.
Este no es un trabajo periodístico, sino el trabajo de un ciudadano que no pretende ser periodista, que se dedicó a investigar y a sacar a la luz elementos que pone arriba de una mesa y que le tocaría analizar a fondo a un periodista.
¿Cuál es su visión sobre la incierta permanencia del papel y la supremacía de los medios digitales? ¿En qué quedará todo esto y cuándo se forjará un presunto cambio, si es que no desaparece el papel para siempre como muchos vaticinan? ¿Cómo le afectará al trabajador de los medios?
Nosotros estamos muy preocupados por el tema. Hay una baja muy importante de los medios, sobre todo de los generalistas. La prensa especializada se defiende mucho mejor. Seguramente, porque se preocupó de mejorar la calidad de su producto. Como se dirige a un público que entiende mucho de lo que se le está hablando y le interesa el tema, esto obliga a un periodismo mucho más riguroso, como deberían ser todos.
Como decíamos antes, el negocio de la prensa es la comunicación, y la prensa escrita lleva tiempo intentando dibujar en el papel lo más parecido a la televisión. Y para la televisión ya está la televisión, no lo vamos a hacer mejor.
En lugar de dar contenidos importantes y analizarlos en profundidad, nos dedicamos a dar píldoras de lo que pasa en el mundo, intentando meter en un periódico todo lo que la gente escucha ya en la televisión y en la radio, y con el mismo lenguaje.
En esa guerra de querer pelear desde un medio en papel contra la inmediatez insuperable de la radio o con la visualización pasmosa de la televisión, no vamos a ganar. No vamos a ganar poniendo fotos enormes, ni dando pequeños mensajes. Podemos combatir y ganar con la profundidad de los temas.
Pero llevamos mucho tiempo empeñados en decir que la gente no lee y, de tanto decirlo, ha terminado siendo realidad.
Entrevista de Marga Tojo a Dardo Gómez, secretario general de la FeSP publicada en la edición de ayer de Galicia Hoxe. Foto Jessica Mouzo