Nos manifestamos absolutamente sorprendidos y atónitos por los rumores que circulan sobre el nombramiento como director general de la CCRTV del señor Jaume Ferrús. En su calidad de directivo de Mediapro, la principal productora audiovisual de Catalunya, Ferrús se ha manifestado reiteradamente, en declaraciones públicas e incluso en unas Jornadas parlamentarias sobre el Audiovisual, que la misión de la TV pública catalana era convertirse en un centro emisor, y no productor, de programas. La producción quedaría reservada a las productoras privadas. De hecho, siendo todavía director de TVC, ya había declarado que, si hubiera de volver a empezar, se limitaría a mantener el Centro de Emisión y de Informativos, y no hubiera construido el Centro de Producción de Programas (CPA).
No nos parece ésta una actitud favorable a la radiotelevisión pública, a su misión de servicio público y a la necesidad de mantenerla y reforzarla, de acuerdo con las distintas resoluciones del Parlamento Europeo y de la Comisión Europea. Esta doctrina está avalada por el CAC y, en teoría, asumida por los tres integrantes del Gobierno. Es lícito pensar que, desde el nuevo cargo, Jaume Ferrús trabajaría por la externalización de la producción de TVC, por la liberalización total del audiovisual catalán y siempre estará bajo sospecha de que no acabe favoreciendo más los intereses de la empresa privada para la que trabaja actualmente que los de la radiotelevisión pública. Este nombramiento nos paracería tan grave como nombrar responsables de Obras Públicas a un directivo de Ferrovial, o director general de Farmacia a un directivo de Bayer.
Por otra parte, sin dejar de reconocer su capacidad de gestión, competencia profesional y técnica, y su carácter afable y dialogante, debemos recordar que Jaume Ferrús, como director de TV3 durante los años más duros de mayoría absoluta de CiU, estuvo al servicio del control político más directo por parte de anteriores gobiernos de la Generalitat. Esta situación fue denunciada ininterrompudamente no sólo por los profesionales de TV3, también por la oposición, que le interpeló varias veces en las comisiones de control parlamentario por la deriva partidista y gobernamentalizada de Televisió de Catalunya durante aquellos años.
Además, desde un punto de vista estético, no creemos que un antiguo directivo de TV3 durante la etapa de mayoría absoluta de CiU simbolice ahora el cambio que los medios de comuniciación públicos de Catalunya necesitan y por el que los trabajadores de TV3 hemos luchado durante años. Ni que sea capaz de generar la revitalización y entusiasmo que se necesita. Lo hemos hecho con mucha prudencia, pero hemos depositado expectativas en los compromisos de las tres formaciones integrantes del nuevo Gobierno de una nueva gestión, de un nuevo estilo de dirigir los medios audiovisuales públicos. Si todo hubiera de seguir como ahora, no habrían hecho falta tantas promesas electorales ni reconocimientos a las demandas de los profesionales. Este nombramiento favorecería la perpetuación de todos los vicios y los errores que hasta ahora atribuíamos al control partidista de la RTV pública. Queremos creer que la decisión no está tomada y que aún es posible evitar un error y una decisión incomprensible y frustrante.
Barcelona, 9 de enero del 2004