Artículo de Enric Bastardes, secretario general de la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP) publicado en el Portal de la Comunicación, 2001-2005, del Institut de la Comunicació (InCom UAB), www.portalcomunicacion.com

Casi cada día del año es el día mundial de algo. Pero hay algunos de ellos con una significación especial. El Primero de Mayo, como Día del Trabajo, y el día 3, como Día de la Libertad de Expresión, son dos de los más destacados. Ambos se han forjado con luchas heroicas, represión y sangre. Pero es que el 3 de Mayo podría serlo también de la Defensa de los derechos humanos, porque la libertad de expresión, y su complementario derecho a la información, son el termómetro más preciso para determinar el grado de libertad de los pueblos.

Tres quintas partes de la humanidad, las mismas que no han podido salir de su grado de subdesarrollo, no pueden ejercer el derecho a la expresión libre ni el de informar sin censura. Matar el mensajero no fue sólo una práctica medieval. Aún hoy puedes caer asesinado en un balcón del Hotel Palestine de Bagdad, o pudrirte en cualquier cárcel nauseabunda, o desaparecer secuestrado por un comando de cualquier causa indigna, o vivir amortajado en una gran parte de las redacciones de Oriente y Occidente.

Y es que la realidad desconocida se puede controlar, pero la conocida pone en peligro las estructuras de los poderes económicos, políticos o religiosos. Por cada verdad punzante que circula de punta a punta del planeta, con la eficacia de las nuevas tecnologías de la comunicación, nace un nuevo artefacto de la industría militar para silenciar a cañonazos o se activa una nueva iniciativa de los aparatos de propaganda para manipularla.

Nadie está libre de peligro. Por esto debemos saludar con satisfacción que finalmente en las Cortes Generales de España se tenga en cuenta la necesidad de garantizar el derecho a la información de la ciudadanía con la iniciativa legislativa del Estatuto del Periodista Profesional, destinado a convertirse en un instrumento básico para el ejercicio responsable del periodismo y para homologarnos por fin con las legislaciones de las democracias más consolidadas de nuestro entorno. También, con el mismo propósito, el informe de los expertos apunta en la buena dirección para legislar un nuevo modelo de medios públicos dignos de este nombre y huir definitivamente de la tentación manipuladora de utilizarlos en beneficio del gobierno de turno. Si todo acaba bién, éste puede ser un gran año para la libertad informativa y la profundización de los valores democráticos en España. No en vano la actual composición parlamentaria nació en medio del clamor de una sociedad irritada que reclamaba: «¡Queremos conocer la verdad!».