La modificación de la producción y la difusión periodística conlleva cambios organizativos. ¿Los periodistas seremos sujetos pasivos o tomaremos las riendas para participar en la gestión? Este es el tema del artículo que escribe Dardo Gómez, secretario general de la FeSP para promover la reflexión y el intercambio de ideas de cara a la IV Asamblea de Periodistas, el 16 de junio.
No vamos a descubrir los cambios en la producción y difusión de la información; ya conocemos sus consecuencias para los trabajadores del sector y creo que, casi todos, vemos cuales son las consecuencias sobre la información.
El tema es si los periodistas vamos a ser, una vez más, sujetos pasivos del cambio o nos vamos a preocupar por activar fórmulas para participar en la gestión de ese cambio. Que no quiere decir promoverlo, sino formular otros cambios en nuestras organizaciones para que los devenidos de las cúpulas económico – técnico – empresariales no nos arrasen.
Convertidos en actores y participar en la gestión del cambio significa tratar de incidir en algunos aspectos claves como la representación de los trabajadores, la redefinición de la responsabilidad y espacio profesional, relaciones laborales y profesionales, calidad de la información y derechos ciudadanos como los de Información y Comunicación.
Una vez más, se viene a comprobar que es imposible separar la realidad laboral de la profesional en la producción de información y que no hay soluciones separadas. Se deben tratar en conjunto.
Está visto que las nuevas reformas laborales como el aprovechamiento interesado de las nuevas herramientas de TIC persiguen y/o están consiguiendo, la existencia de “periodistas sin redacciones” como se formuló en una reciente reunión de la FIP.
La información ya no es el ‘core’ del negocio. No en vano los grandes grupos lo son de la comunicación y han sido construidos teniendo como centro o participados por empresas de la comunicación; los mismos que han generado las vías de difusión de la información y la comercialización de todos los productos que concurren en esos mismos canales.
En Internet, los grandes medios aún no han encontrado la fórmula para que la publicidad sustente sus estructuras, aunque mermadas, y no aporta los réditos que sus accionistas reclaman.
Mientras tanto los medios especializados de pequeña estructura y superior calidad informativa dirigida a públicos más reducidos estando ganando en la Red un público que puede llegar a olvidarse de los medios “generalistas” que les aportan escaso valor.
Este panorama obliga a una reformulación de las estrategias laborales y profesionales de las organizaciones de periodistas dentro y fuera de las empresas. Unas estrategias que no pasan por abroquelarse en definiciones que ya se veían difíciles de sostener en la tercera parte del siglo pasado.
No hay que crear un espacio refugio de los “periodistas”, que sería cada vez más pequeño e imposible de sostener, sino un gran paraguas que obligue a estar dentro a todos los profesionales de la comunicación para que no sean devorados en la gran selva en la que ya estamos.
El espacio de las plantillas será cada vez más reducido, incluso en los países europeos con regulación mucho más rica para los profesionales que la española y crecerá cada vez más el espacio de los servicios a los medios. Esto traerá un mayor control de la producción de la información en menos manos y, en el caso de España, una profundización en la desregulación y menor control de la información por los periodistas que la generan.
Estamos hablando del autoempleo formulado a través de diversos tipos de empresas -muchas unipersonales, minúsculas, etc,- que están comenzando a trabajar “a medida” vulnerando una vez más las relaciones laborales, pero que no encuentran y, posiblemente, no encontrarán otras soluciones de vida.
La consecuencia directa, sobre todo en España, es que una franja cada vez más amplia de informadores pierden la capacidad de ser representados por los sindicatos; quedarán fuera de los convenios y deberán negociar la venta de sus productos en condiciones de desventaja frente a las empresas.
Estas presionarán no solo sobre los precios sino, sobre todo, por la propiedad de los derechos de autoría para posteriores comercializaciones en medios propios o de terceros.
La clave está en encontrar las fórmulas para no abandonar a este colectivo creciente en esa selva; que es lo que ocurrirá si estos pierden la capacidad de ser representados por organizaciones sindicales y, al mismo tiempo, su capacidad profesional de incidir sobre los contenidos periodísticos que formulen.
Inscripciones per asistir a l’Asamblea: assembleaperiodistes@gmail.com
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