Artículo de opinión del presidente del SPC, Ramon Espuny, publicado en la revista Comunicació21

Se nos pide una colaboración para la nueva etapa de la revista Comunicació21, que desde hace años sigue la actualidad y la problemática del sector. Esta vez, creemos que debemos centrarnos en un tema que se aborda poco, y que se entenderá que plantee una organización como el SPC que busca intervenir en la realidad (además de analizarla y desmenuzarla, claro) para mejorarla.

Se trata de plantear el valor del factor subjetivo en la situación de crisis sistémica del sector de la prensa y la comunicación. Si allí donde está la fuerza de trabajo y el talento, el factor que asegura la producción informativa, es decir, los trabajadores, no hay una organización estable que acumule experiencias y sistematice alternativas, difícilmente las salidas a la multicrisis del mundo de la comunicación y la información se harán de acuerdo con sus intereses.

No es baladí recordar que en los países de nuestro entorno las organizaciones de los profesionales, en su mayoría de carácter unitario, aseguran una fuerte incidencia del colectivo de trabajadores en la vigilancia de sus condiciones de trabajo y de las reglas profesionales. Junto con legislaciones mucho más avanzadas que las nuestras en cuanto a la regulación de la profesión y a la existencia de convenios del sector, negociados por sindicatos fuertes que no olvidan realidades como la de los colaboradores a la pieza (que es un encubrimiento de plantilla), los corresponsales o los derechos de autoría.

Se dirá que ya existen instrumentos para defender los derechos laborales de los trabajadores de la comunicación (los comités de empresa) o bien los derechos profesionales (el Colegio de Periodistas), y esto es cierto. Pero de la experiencia de décadas de intervención de los profesionales en los comités se puede extraer que sirve para el ámbito de empresa y para coyunturas concretas, pero no para el conjunto del sector ni para crear un poso de lo que tienen en común las varias crisis patronales, sin olvidar que una gran parte de los informadores no están en plantillas. Y en cuanto al Colegio, no se puede organizar dentro de las empresas, donde la defensa de la ética profesional es una batalla diaria, derivada tanto de condicionantes económicos como políticos.

No es por casualidad que la mayoría de países del mundo, y especialmente en nuestro entorno, los informadores se organicen en sindicatos unitarios de periodistas, de carácter también profesional, porque el nuestro no es un sector que, por su entidad, se pueda permitir el lujo de tener que elegir entre diferentes siglas sindicales, o también separar los problemas laborales de los profesionales.

Esta necesidad de ir más allá de la empresa, y de abordar también los problemas profesionales la ha planteado también la Plataforma Mitjans en Lluita, que de todos modos se propone como coordinadora de comités de empresa o trabajadores individuales, y pensando en el ámbito de colectivos del sector de la comunicación. Y también innovando en formas de lucha y de comunicación, que han recogido las inquietudes de nuevas generaciones de profesionales no siempre conocedoras de las experiencias anteriores y del papel de otras organizaciones preexistentes, como el mismo SPC.

Recordemos que Premsa en Lluita fue el nombre de una publicación efímera, órgano de expresión que coordinó la huelga de una semana en abril de 1977 de la mayoría de periódicos de Barcelona. Y en la misma época nació y murió el STPB, Sindicato de Trabajadores de Prensa de Barcelona, que bregó para vincular los diferentes colectivos presentes en los medios de comunicación.

Quizá no por casualidad en 1978 se organizó el I Congreso de Periodistas Catalanes, donde se larvaron después realidades de la nueva prensa comarcal. Pero tuvieron que pasar 14 años, hasta 1992, para que la profesión fuera abandonando aquel principio liberal que decía «la mejor ley de prensa es la que no existe» (y que nos llevó a la deplorable desregulación laboral y profesional que todavía sufrimos) y se planteara, quizás tampoco por casualidad, y en el marco del II Congreso, la aprobación por aclamación del Código Deontológico de la profesión periodística y, al mismo tiempo, el impulso de un sindicato unitario y profesional para afrontar uno de los temas que ya destacaba como prioritario: la precariedad en el sector.

Ahora, 22 años después, esta organización unitaria fuerte sigue siendo más necesaria que nunca.

Porque los ERE, los cierres de empresas, los despidos indiscriminados, el abandono de los colaboradores y los recortes salariales y en las condiciones laborales se han incrementado con el argumento de la crisis: económica, de modelo y por la caída de la publicidad, a la que habría que añadir la mala gestión empresarial.

Y porque ante la involución legislativa a raíz de las diversas reformas laborales están desapareciendo los factores garantistas de los derechos de los trabajadores, de manera que la respuesta a los ataques cada vez más frecuentes desde la dirección de las empresas ha de ser confiar menos en la justicia laboral que en la fuerza organizada de los trabajadores, que en el ámbito de los medios de comunicación debe incluir los aspectos profesionales, para una defensa más eficaz de los derechos de los informadores.

Por todo ello, y recordando que el SPC forma parte, a través de la Federación estatal (FeSP), de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), que representa a más de 600.000 periodistas en 134 países, y de su filial europea, la Federación Europea de Periodistas (FEP), que lo hace de 320.000 profesionales en 39 países, nos atrevemos a ofrecer nuestra fórmula organizativa, la del sindicato unitario y profesional, para afrontar mejor los graves retos que tiene planteados la profesión y el conjunto del sector.

Juntos, y establemente, nos defenderemos mejor.