Una vez más, y ya son muchas, un periodista ha sido implicado en un conflicto de intereses entre dos empresas de medios de comunicación, cuando su único pecado ha sido cumplir con su obligación de informar al difundir una noticia cierta: varios agentes del Cuerpo Nacional de Policía eran investigados por su presunta participación en un caso de tráfico de explosivos. La Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP) lamenta estas prácticas empresariales y rechaza rotundamente que el diario El País haya publicado las conversaciones de un redactor del diario El Mundo con sus fuentes de información. Estas conversaciones no aportan nada a la noticia, y lo único que hacen es divulgar datos privados sobre la manera de trabajar de un profesional. Es de extraordinaria gravedad que un medio de comunicación no respete el derecho constitucional al secreto profesional de un periodista.

Cada medio de comunicación es muy libre de criticar a los de su competencia, si lo considera conveniente. Pero utilizar en las peleas empresariales un periodista, como ha hecho El País en este caso -incluso especulando en un editorial sobre la intención que tenía este informador cuando hablaba con su fuente-, es algo totalmente rechazable en un Estado democrático de derecho en el cual existe la libertad de expresión y la libre competencia.

Sorprende que algunos grupos empresariales de comunicación no tengan ningún inconveniente a recurrir a estas estrategias para defender sus intereses empresariales y, en cambio, siempre se pongan de acuerdo cuando se trata de abortar el Estatuto del Periodista Profesional (EPP) o cualquier otro intento de mejorar las condiciones de trabajo de los periodistas, en beneficio de la ciudadanía. La Junta Ejecutiva Federal de la FeSP hace un llamamiento a los responsables de los medios de comunicación para que dejen trabajar a sus periodistas con libertad, sin utilizarlos en sus peleas empresariales. Serán los lectores, los radioyentes y los telespectadores los que juzguen a cada medio, y para lo cual no hace falta vulnerar la intimidad de los informadores en su trabajo.