En las últimas semanas distintos medios digitales se han hecho eco de las palabras del periodista Bru Rovira, premio Ortega y Gasset del 2004, y que acaba dejar el periódico La Vanguardia después de 20 años, 15 de ellos como reportero internacional. Esas manifestaciones fueron realizadas durante el Encuentro Internacional de Foto Periodismo celebrado en Gijón el pasado julio. Allí Rovira ha sostenido que «el periodismo de verdad se ha ido al carajo»; que «el gran reportaje se traslada a los libros porque ya no tiene cabida en los diarios, interesados solamente en pequeñas noticias sin contexto». Ha razonado su alejamiento de La Vanguardia porque ya no se puede contar con las empresas: «El ideal antiguo de que desde las empresas se puede modificar el mundo se ha perdido, no hay debate en las redacciones.»

Algunas de sus frases son extremadamente elocuentes sobre la situación de los profesionales de la información dentro de las empresas:
«Hemos querido hacer periodismo, ir a los sitios, explicar las cosas, privilegiar la información… pero la empresa nos ha ahogado, nos ha convertido en funcionarios.»
“Soy un experiodista de La Vanguardia. El diario que he dejado es silencioso, con personas con horarios y sueldos fijos, en el que nadie viaja».
«Se ha acabado esto, esto se ha acabado, los medios están comprados. El periodismo ha ido perdiendo el contexto, el discurso de la palabra, se ha redirigido hacia las emociones y el espectáculo: es una mercancía.»
«En Inglaterra y en Francia aún hay un espacio para el periodismo de investigación vivencial, para el gran reportaje que requiere tiempo de elaboración. Aquí no. Hoy el periodismo ha perdido la independencia que le había otorgado la democracia y ha dejado de informar. Primero anula la historia, no la contextualiza.»
«Si no molestamos, nos convertiremos en una sociedad totalitaria. No somos inocentes, vivimos en el conflicto permanente y tenemos que tomar posición».
«El periodismo de investigación en España es de una sola fuente. Es una lucha de unos contra otros.»

La conclusión de Rovira es que el periodista tiene que recuperar el control de los procesos informativos, salir del sistema, volver a investigar y ofrecer a los grandes medios productos de calidad.