Lo peor del pasado y del presente en la CCRTV

La coexistencia del pasado y del presente dentro de la Corporación Catalana de Radio y Televisión (CCRTV) ha hecho que se conecten el escándalo de la vigilancia ideológica de profesionales de TV3 y de Catalunya Radio por parte de CIU y el despido arbitrario e injustificado de tres trabajadores de Catalunya Cultura, la emisora que no ha levantado el vuelo desde el retorno de RAC-105 a manos privadas, sin que, pero, se haya despedido nunca ninguno de los responsables del fracaso.

La conexión viene porqué el paranoico informante que involucró la jefe de selección de personal de TV3 en la denuncia de periodistas desafectos recibió un trato de favor en época de mayoría absoluta de CiU, a través, entre otros, del actual director de Catalunya Ràdio cuando estaba en la televisión. Y también, porqué los principales responsables del mantenimiento del área de personal de TV3 tal y como la montó CiU, son los que han aplicado en Catalunya Radio una política ejecutiva de despidos que rompe el clima de buenas relaciones laborales que tanto se ha invocado en el costoso proyecto de evaluación del IFQM y que parecía consolidarse con la firma del protocolo de Responsabilidad Social Corporativa con los sindicatos presentes en la CCRTV.

Se junta así lo peor de la herencia del pasado, el mantenimiento de estructuras del antiguo régimen a las empresas de la Corporación, con el que comulgaban gran parte de los cargos ahora reciclados o incluso potenciados, o pasados a la reserva por si hace falta su regreso en otra situación política, con lo peor del presente, una gestión moderna de empresa privada con actuaciones expeditivas sin justificación y que buscan medir fuerzas con los trabajadores y hacer un pulso con sus órganos representativos. En este sentido es especialmente sangrante que tras reconocer en privado lo injustificado de los despidos del pasado 10 de febrero y el grave error de cálculo cometido, no se quiera hacer marcha atrás -se supone que por un trasnochado concepto de autoridad- y se llegue a chantajear al comité de empresa y a la plantilla ofreciendo una única readmisión a cambio de la desconvocatoria de la huelga prevista por martes 28, hecho que significa utilizar la todavía despedida como rehén y escudo humano ante la movilización de sus compañeros por salvar a los tres despedidos. Hacía tiempo que no veíamos un acto de indignidad moral tan bajo por parte de la dirección de un ente público, que vuelve a demostrar lo arbitrario de la medida.

Por todo ello reclamamos que el director general de la CCRTV asuma las responsabilidades que le atañen tanto por haber mantenido unos departamentos de gestión de personal heredados de épocas anteriores con todos sus vicios, y obre en consecuencia, como que se replantee los despidos que todavía mantiene. Lo hacemos desde la autoridad que nos da haber luchado desde nuestro nacimiento, como sindicato profesional, por el derecho a la información de la ciudadanía en épocas como la del informe mccarthysta que ahora escandaliza cuando era el pan de cada día, y por haber sufrido las consecuencias de haber abierto camino hacia la próxima reforma de la Ley de la Corporación que, por cierto, debe comportar cambios en los ámbitos de dirección del ente. Y también por haber hecho siempre crítica constructiva y aportado ideas y personas a un clima de relaciones laborales normalizado y ejemplarizante, que es lo más productivo para una corporación pública y que no se debería malograr por una decisión incomprensible.

Barcelona, 25 de febrer de 2006