El nuestro no es un sector cualquiera: es dónde reflejan por ejemplo las encuestas de ciertos grupos mediáticos que vienen a decir que no hay ambiente de huelga general, que la población no la ve oportuna y que hay un clima de resignación. Así se desprende de 500 entrevistas el 1 y el 2 de septiembre, cuando casi no ha empezado la campaña en pro de la huelga, y teorizan que el verano ha jugado un mala jugada a los convocantes, igual que la convocatoria a finales de septiembre. Haría falta ver si a estos opinadores les parecería bien alguna otra fecha.

Pero más allá de la opinión de los medios, están sus trabajadores, que venimos de dos años de Expedientes de Regulación en muchas empresas y de ajustes de plantilla justificados por la caída de la publicidad, la crisis económica general (provocada por quien ya sabemos) e incluso por las innovaciones tecnológicas. La ofensiva patronal ha provocado en toda España más de 3.000 despidos de profesionales de la información, con la consiguiente pérdida de veteranía y de experiencia y por lo tanto de la calidad de la información, que es un pilar de la democracia. Pero esto ha importado poco a los empresarios de comunicación.

Muchos de estos expedientes se han mitigado a través de la negociación, y mediante las leyes laborales que frenan los abusos empresariales. Y son justamente estas leyes las que el Gobierno español, con el apoyo de la gran mayoría de fuerzas políticas, quiere contrareformar a través de las Cortes Generales.

A estos recortes de los derechos laborales se suma un conjunto de medidas que todas coinciden en querer hacer pagar la crisis a los sectores sociales más modestos y más susceptibles de ser atacados. Todo dentro de una concepción que se somete a los dictados de los mercados y las instituciones financieras internacionales, que han provocado la crisis de los últimos años, se han aprovechado de caudales públicos para reflotar su situación, y ahora tienen la cara dura de dictar a los gobiernos las políticas económicas que ellos consideren adecuadas para que todo vuelva a la normalidad que representa poder volver a especular.

Adoptando esta política, el Gobierno del PSOE no ha dudado en traicionar sus compromisos y enfrentarse a los sindicatos, que ven reducir su margen de maniobra negociadora y han debido decir «basta». Nosotros tampoco pensamos que haya alternativa a la huelga general. A pesar de la hegemonía del pensamiento neoliberal en la opinión publicada, y la toma de partido mayoritaria de los granos medios, cruzarse de brazos será mil veces peor que reaccionar, hacer frente y mirar de parar la desenvoltura y la prepotencia con que los poderes fácticos pretenden hacer asumir la crisis a los trabajadores.

Por todo ello, llamamos a los profesionales de la comunicación de Catalunya a apoyar la huelga general del 29 de septiembre, que en los medios de papel se deberá hacer el día 28, para que el 29 no haya diarios en la calle.

Nos jugamos el futuro, y también tenemos una responsabilidad ante la sociedad, dando con hechos nuestro punto de vista sobre la reforma, que difícilmente podríamos expresar en los medios donde trabajamos.

Barcelona, 6 de septiembre de 2010