Repasemos la situación de los trabajadores de los medios de comunicación. Esta es una aportación más que servirá para el debate de la IV Asamblea de Periodistas, que se celebrará el 16 de junio. Quico Ràfols hace un repaso de la situación que viven los colaboradores o periodistas a la pieza.
Los periodistas lo estamos pasando mal con esta crisis pero no todo el mundo la sufre igual. Quién está pagando un precio más alto son los colaboradores o periodistas a la pieza. Los periodistas en plantilla, cuando vienen mal dadas y pierden su trabajo, tendrán una indemnización -que en el peor de los casos pagará Fogasa- y un subsidio de desempleo. Los colaboradores se quedarán con una mano delante y otra detrás. Y además, eso les pasará -con algunas honrosas excepciones- sin el apoyo de los compañeros en plantilla de los medios para los que trabajan. Este es el relato que me ha hecho una persona que se gana la vida como colaborador de prensa sobre su situación particular:
«Hace más de dos décadas que colaboro en revistas especializadas en arquitectura, interiorismo y diseño. Al principio, de generosa productividad, los trabajadores en plantilla mantenían un excesivo recelo con los free lance. La eterna rivalidad: horario libre y tarifas más elevadas que sus honorarios. Por supuesto, no se tenía en cuenta que la profesión de los colaboradores, además de incluir un elevado riesgo económico y de no tener cobertura de la Seguridad Social, debe conservar, continuamente, un trabajo que depende siempre de un hilo , o lo que es lo mismo: sufrir los constantes cambios de jefes de redacción, que eligen su propia tropa. ¿Qué haces entonces? Pues torear como puedes la situación…
En la época de vacas gordas, los editores, con la condición de disponer de primicias y de ser los primeros en publicar las tendencias del momento, no escatimaban en gastos. Ahora, los que sobreviven, quieren la misma cooperación por nuestra parte pero a un precio muy diferente: retrasos en los pagos, incertidumbre sobre si la revista estará el próximo mes en el quiosco y un largo etcétera que se puede resumir en una extrapolada precariedad para poder realizar nuestro trabajo. Amén, por supuesto, de unos tantos por ciento de bajada de pantalones… perdón, de tarifas, brutal.
Hay varios temas donde el paciente colaborador no ha tenido mas opción que vivir estoicamente los comentarios de algunos compañeros fijos en redacción, en el momento de negociación entre jefes e indios: «no se puede poner sobre la mesa su situación ya que no forma parte de la plantilla». ¡Joder! y ¿quien se ha roto el culo para que este medio tuviera las mejores producciones? El free lance ofrece el trabajo que ha realizado por su cuenta y, por su parte, la gran mayoría de colaboradores mantienen una relación mensual y aportan buenas ideas que ayudan a elaborar los temarios de las publicaciones.
Es increíble que editoriales que están en concurso de acreedores voluntario con un plan de viabilidad sigan saliendo al mercado gracias a la congelación de pago a los colaboradores, que en ocasiones superan los 12 meses.»
Los reproches de esta persona son incuestionables. Es cierto que el problema principal es la falta de regulación de este colectivo de manera similar a como lo han resuelto -sin ir más lejos- en Francia, Italia o Portugal. Y este es un reto que los sindicatos de periodistas han de tener como primera prioridad. Y es cierto también que el contexto legislativo no ampara a los comités para negociar sobre los colaboradores. Pero también es cierto que la gran mayoría de comités han ignorado los problemas de los colaboradores o han mirado hacia otro lado. Si hoy la situación de este colectivo es la que es, en parte, es también por esta miopía de los periodistas en plantilla. Algunos de los colaboradores de hoy son periodistas que no hace mucho estaban en plantilla. Y una parte de los que aún hoy están en plantilla con su contrato laboral son futuros colaboradores. Por lo tanto, es momento de que los comités de empresa cojan el toro por los cuernos y asuman la defensa de los colaboradores como una cuestión propia. Por tres motivos: porque es de justicia, porque es para adelantarse a problemas de futuro y porque es políticamente necesario.
En el último ERE en El Periódico, a los colaboradores les han rebajado el precio de sus colaboraciones en un 10%, casi tres puntos más que los periodistas en plantilla. En otros medios han pasado cosas similares. ¿Es justo? No, no lo es. Probablemente no es fácil poner estas cuestiones en una mesa de negociaciones pero aún lo es más si los representantes de los trabajadores en las empresas de comunicación no tienen claro que esta es una reivindicación justa, estratégicamente conveniente que beneficiaría al sector en su conjunto, y políticamente necesaria para forzar en un futuro, que es urgente que sea próximo, una resolución legislativa global que permita dignificar el ejercicio de esta profesión.