Como ya ocurrió con ocasión de la huelga general del 29 de marzo, en la del 14 de noviembre se volvieron a repetir las agresiones a los informadores. En esta ocasión el afectado principal fue el periodista Manu Simarro quien, luciendo el chaleco acreditativo, recibió el impacto de una bala de goma lanzada por un agente antidisturbios en un lugar donde no había manifestantes, es decir, con una clara intencionalidad. No es la primera vez que Simarro es acosado por los antidisturbios de los Mossos ya que, en otras ocasiones, ha sido insultado e intimidado por agentes que lo han reconocido cuando cubría información en diferentes puntos de Barcelona.
Los hechos sucedieron en el cruce de las calles Argenter y Sant Pere Mitjà, donde Simarro se encontraba en compañía de otros profesionales. Los manifestantes ya se habían dispersado cuando por la calle Sant Pere més baix pasaron dos furgonetas de Brigada Móvil y se detuvieron en el cruce con Argenter. Entonces de una de ellas (la -612) bajó un mozo-escopetero- y les apuntó con el arma. Simarro se giró como para irse y fue cuando recibió el disparo en la pierna, cuando su chaleco que lo acreditaba como informador era bien visible, al igual que también era notoria la ausencia de manifestantes por los alrededores.
El Sindicat de Periodistes de Catalunya / Sindicat de Professionals de la Comunicació reclama al conseller de Interior, Felip Puig, y a los mandos de los Mossos d’Esquadra que determine las responsabilidades que procedan, porque comportamientos de este estilo no son admisibles por parte de las fuerzas de seguridad, que no deben Impedir u obstaculizar la labor de los informadores ya que equivale a vulnerar el derecho a la información de la ciudadanía, protegido en el artículo 20 de la Constitución y el 52 del Estatuto de Cataluña. Golpear a un periodista que luce el preceptivo chaleco es despreciar los acuerdos de Interior con las organizaciones profesionales.