Es una acción necesaria si continúa el bloqueo al Consejo de Gobierno para elegir director general

Hace casi dos meses que Joan Majó cesó como director general de la CCRTV. Albert Sáez, Presidente del Consejo de Gobierno de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA) y director general en funciones, afirma que el bloqueo para elegir director general no obedece a razones políticas. Pero cada vez cuesta más de creer, por la propia composición del Consejo, hecha sobre todo por razones de confianza política, y por la indisimulada intervención pública de dirigentes de partido. Un Consejo formado por gestores y expertos con independencia política de criterio, y consciente de la urgencia de dotar de directrices claras a las empresas de la Corporación, no reproduciría la dinámica de confrontación parlamentaria basada en el interés táctico más espurio.

Por esto, y aprovechando que los hechos han dado la razón a los que criticamos los últimos cambios en la ley, la concepción de reparto por cuotas, y la elección de consejeros, basada sobre todo en la fidelidad política, ya sería hora de rebobinar y hacer bien lo que, a la búsqueda de un consenso político, favoreció la vulneración posterior del modelo previsto en la nueva Ley. Un cambio rápido de la Ley es posible, devolviendo a la concepción de unos medios de la Generalitat independientes del gobierno pero también del partidismo. Pero esto no puede hacerse en clave nuevamente contraria a la Ley, con un tacticismo de miras cortas y en una dialéctica gobierno-oposición.

Reclamamos que si se mantiene la impotencia del Consejo de Gobierno de la CCMA, el Parlament reforme la Ley y regrese al texto anterior a las enmiendas finales. Es decir, que se devuelva al Consejo del Audiovisual de Catalunya la potestad de proponer al Parlament los candidatos al Consejo de Gobierno, propuestos no sólo por los grupos parlamentarios sino también por la sociedad civil; y que se limite a nueve o a siete miembros los integrantes del Consejo de Gobierno, obstaculizando así la concepción del Consejo como reproducción de la composición parlamentaria. Así se ahorraría la discusión puramente tacticicista sobre las mayorías de 2/3 o de 3/5 partes, y también burocracia y dinero.

Los profesionales de la Corporación y el conjunto de la sociedad saldríamos ganando.

Sant Joan Despí, 23 d’abril de 2008