El Sindicat de Periodistes de Catalunya / Sindicat de Professionals de la Comunicació cumple veinte años y, para celebrarlo, el SPC ha preparado varios actos en diferentes puntos del país. Enric Bastardes, primer presidente del sindicato y una de las personas claves en su impulso, crecimiento y consolidación, ha escrito este artículo donde repasa la trayectoria de la organización a lo largo de estas dos décadas.

Nacimos hace veinte años. Para una vida humana representa la más tierna juventud, para una organización de combate es la plena madurez y la prueba de fuego de su utilidad y permanencia.

Nacimos diciendo: «Vienen tiempos difíciles». ¡Y a fe que lo han sido más que nuestra capacidad de previsión! Pero también nacimos con un diagnóstico sobre los cambios que se producirían inexorablemente en nuestra profesión. La crisis de los grandes medios tradicionales, el efecto de la introducción de nuevas tecnologías y la implantación de nuevos productos en la red. La inundación horizontal de todo tipo de servicios, información, opinión y otros géneros de difícil identificación, hasta la saturación. La expulsión constante de profesionales de una relación contractual regulada, con la consecuente creación de una bolsa cada día mayor de explotación ilegal de trabajo a la pieza, a menudo en negro, consentida si no estimulada desde las diversas administraciones. La explotación también de los mal llamados becarios…

Todos estos datos estaban presentes en la conciencia de partida y, por tanto, en la estructura organizativa y programática de un sindicato mitad laboralista, mitad profesional, basado en la participación directa en la organización de los mismos protagonistas de la información. Con una estructura mínima y sin retirar a nadie de su puesto de trabajo, lo que limita la capacidad de actuación pero obliga a poner los pies en el suelo, en el día a día de la intervención sindical.

Hemos reunido más informadores que nunca han soñado los sindicatos generalistas y el modelo se ha exportado a diversas comunidades autónomas del Estado, constituyendo la Federación de Sindicatos de Periodistas que hoy ya tiene doce años de existencia, siete sindicatos y un conjunto de cerca de 3.000 afiliados y más de 250 delegados en 150 empresas, a pesar de la disminución de plantillas que también ha supuesto una reducción del número de miembros en los comités de empresa.

Reconocidos por la insistencia de los hechos, más que por la buena fe de los principales sindicatos, como fuerza representativa somos ya parte de la negociación de los convenios sectoriales y tenemos representantes en el único comité europeo de grupo empresarial existente en España.

Más allá de la cuantificación estructural, hay que ver a cuánta gente le hemos evitado un despido. Como hemos negociado las condiciones de los inevitables. Cuántos ERE hemos frenado e incluso alguno parado en los tribunales de justicia por abusivo. ¿Y quién mejor para dar esos combates que los afectados dentro de una organización propia y en la medida de las necesidades cambiantes?

Hemos predicado la unidad de acción, no sólo entre las organizaciones sindicales y profesionales de periodistas, también la unidad de los periodistas entre ellos en el seno de las redacciones y en torno a sus legítimos representantes.

Hoy también estamos en la Federación Europea de Periodistas (FEP) y en la Federación Internacional de Periodistas (FIP) trabajando en sus comisiones, por ejemplo sobre derechos de autoría o igualdad. Algunas de estas comisiones han descubierto justo ahora en qué condiciones se trabaja en España porque nunca nadie se lo había explicado antes. Y por este camino ya se han formulado peticiones a la UE sobre derechos de autoría para dejar claro que los autores de la información son los periodistas y no los grupos editores , algo peregrino que no reclamaba clarificar nadie en Europa porque nadie tenía ninguna duda. Ahora se explicita porque hay que reconducir la situación legal española .

Porque somos periodistas y, por lo tanto, críticos y autocríticos, a menudo hasta la flagelación, nos preguntamos qué hemos hecho mal si la situación de este oficio sigue siendo la que es. Es posible que hayamos cometido algunos errores o que todo se podría haber hecho mejor, pero sobre todo nos ha faltado hacer más, llegar a todo lo que nos hemos propuesto y se ha quedado en propósitos por falta de más fuerza. Pero es que somos los que han querido venir y no los que habría que ser para hacer todo lo que aún falta por hacer y movilizar. Llegamos allí donde nuestras fuerzas, a menudo dejando la piel, nos permiten llegar. Empezamos hace veinte años unos 350 compañeros/as y hoy estamos en el umbral de los 800. Debería haber un sindicato a mil porque además de la tradición y la modernidad demostradas, pudiéramos hacer frente con mayor contundencia y ambición de horizontes. Aún estamos a tiempo y en la exigencia nos jugamos incluso frenar una involución de derechos que pone en peligro la propia democracia.

Enric Bastardes Porcel
Presidente del SPC de 1993 a 2001